A continuación compartimos la entrada publicada en nuestro blog de la web de la revista Ciudad Sostenible, “La educación ambiental al servicio de la ciudad sostenible ”, el 20 de julio de 2015.
Las infraestructuras verdes han acaparado la atención de muchos técnicos y gestores ambientales como una nueva forma de enfocar la conservación de la biodiversidad y, en el caso de las ciudades, como una alternativa al tradicional concepto de parques y jardines que aún se utiliza en los organigramas de muchos ayuntamientos. La Comisión Europea define las infraestructuras verdes como: “el sistema o red de espacios abiertos, naturales o construidos, que proveen de forma directa o indirecta múltiples beneficios a la sociedad, y sostienen y mejoran las funciones ecológicas de los ecosistemas”.
Plazas asfaltadas, tejados y azoteas estériles o paredes de hormigón pueden convertirse gracias a las infraestructuras verdes en elementos destinados a incrementar la biodiversidad y a facilitar los servicios ecosistémicos básicos, tales como la regulación del aire, las aguas o la temperatura.
En 2011 la Comisión Europea aprobó la Estrategia de Biodiversidad, con el objetivo de detener la pérdida de biodiversidad en el año 2020. Entre sus objetivos se recoge el mantenimiento y mejora de ecosistemas y servicios ecosistémicos en 2020 mediante la creación de infraestructuras verdes y la restauración de al menos el 15% de los ecosistemas degradados. En Mayo de 2013 la Comisión Europea promovió la Estrategia de Infraestructuras Verdes de la UE.
En la consecución de este objetivo y el desarrollo de esta estrategia debe involucrarse la gestión del ecosistema urbano. La creación de infraestructuras verdes debe ser un elemento a tener en cuenta en el proceso del nuevo diseño de la ciudad, imponiéndose en el paisaje urbano.
En la mayor parte de las ocasiones, las infraestructuras verdes han estado ligadas a la regulación del ciclo hidrológico dentro de las ciudades, incluyendo:
- la prevención de avenidas y crecidas de los ríos recuperando los bosques y vegetación de ribera;
- la adecuada regulación de los flujos de aguas pluviales en el núcleo urbano eliminando el asfalto y recuperando el suelo fértil o;
- la depuración natural de las aguas residuales.
Pero es precisamente con el diseño de infraestructuras verdes, más allá de su utilización en estos aspectos, con lo que se desafía a los encargados de la planificación de las ciudades. Ya no basta con “adornar” la ciudad con una serie de espacios verdes, sino que lo que se pide es que se tenga en cuenta la funcionalidad y conectividad de dichos espacios con el entorno y con el resto de lugares existentes destinados a la conservación de la biodiversidad, como son los que se incluyen en la Red Natura 2000.
Los espacios verdes deben diseñarse teniendo en cuenta variables como el tamaño del área, la cobertura y estructura de la vegetación, las especies que se utilicen, las masas de agua, etc. Además deben establecerse corredores (ríos, caminos peatonales, redes ciclistas, etc.), que faciliten la conectividad con núcleos exteriores que faciliten, por ejemplo, el movimiento y la dispersión de las especies.
La realización de planes de infraestructuras verdes, al mismo nivel que los de otro tipo de infraestructuras como las de aguas pluviales o residuales, viarias o eléctricas es una realidad en muchos municipios del Reino Unido o Estados Unidos, posibilitando una nueva forma de transformación de la ciudad.
Uno más de los cambios que viviremos en las ciudades en los próximos años y que servirán para mejorar nuestra calidad de vida y la conservación de los recursos del planeta.